Cambiemos a México

miércoles, octubre 11, 2006

Itinerario Político

Ricardo Alemán
11 de octubre de 2006

La chistera de Calderón

Desde la misma casa presidencial se operó el cambio de dirigencia y literalmente se impuso como presidente del partido al actual.

A reserva de analizar en detalle la propuesta 20-30 que pretende crear las bases para un plan de gobierno transexenal -de 2006 al 2030-, que ayer presentó Felipe Calderón, vale la pena explorar los mensajes políticos que envía el presidente electo y que lo hacen ver, literalmente, como el mago de la chistera.

Y es que Calderón se saca de la chistera no sólo una propuesta de gobiernos panistas para las siguientes cuatro administraciones, incluida la de él, por supuesto, que serían encabezadas por el PAN. Sólo así se entendería la pretensión de que durante los próximos cuatro sexenios, los siguientes 24 años, se pueda pensar en un proyecto de gobierno transexenal. Y aún así, en el supuesto de que las siguientes cuatro administraciones presidenciales fueran del PAN, resulta difícil imaginar que se ajustarían a un solo plan de gobierno, ya no se diga si avanza la pluralidad en los tres niveles de gobierno.

El mensaje que envía Felipe Calderón a toda la sociedad mexicana es, en el fondo, el de una propuesta de partido único en el poder en los siguientes 24 años, bajo el supuesto de que el de Felipe Calderón resultará un gobierno exitoso, lo mismo que las tres administraciones que le sigan. En la nada lejana hipótesis de que la gestión de Calderón resulte fallida y harto cuestionable, no habrá nadie que intente siquiera recordar el programa 20-30. Pero tampoco es una novedad la propuesta de Calderón, pues en recientes administraciones como las de Salinas, Zedillo y hasta la de Vicente Fox, se intentaron fórmulas parecidas, que terminaron en sonoros fracasos.

Sin duda que se trata de una buena intención, que en el papel resulta ideal y hasta idílica, pero que en la práctica se antoja imposible, sobre todo frente a la polarización política y social que se vive, y ante la pluralidad partidista en los tres niveles de gobierno que es una terca realidad ya enraizada entre los mexicanos. Hoy los electores premian o castigan, más allá de ideologías y banderas partidistas, y eligen al nuevo gobierno a partir de la eficacia o la ineficiencia del gobierno en turno.

Pero acaso lo más interesante del anuncio sea el "conejo" que salió de la chistera del presidente electo. Contra la especulación mediática que dio forma a la "gabinetitos", el presidente electo sorprendió a todos con la presentación del que pudiera ser uno de sus principales colaboradores: el guanajuatense Carlos Medina Plascencia -a quien no pocos panistas ya asumen como el futuro secretario de Gobernación-, responsable no sólo del proyecto 20-30, sino de la elaboración del plan de gobierno de la administración de Felipe Calderón.

Y no se trata -la reaparición de Medina y el encargo que le hizo el presidente electo- de un asunto menor, de una ocurrencia o de un volado. Resulta que muchos de los pretensos a una posición en el gabinete de Calderón olvidan que uno de los impulsores de origen de la precandidatura presidencial de Calderón por Acción Nacional fue nada menos que Carlos Medina, uno de los primeros precandidatos visibles y quien renunció, en su momento, a esa postulación para luego buscar la presidencia del PAN.

En el proyecto original de la candidatura presidencial de Calderón, una condición indispensable era alcanzar el control del partido, una vez que los calderonistas ya habían dado un paso fundamental: el de lograr que sólo los militantes y adherentes pudieran elegir al candidato presidencial de ese partido. Pero resulta que Calderón no era el preferido de Los Pinos, para suceder a Vicente Fox y, por tanto, Medina Plascencia era un peligro como presidente del partido. Por eso desde la misma casa presidencial se operó el cambio de dirigencia y liberalmente se impuso como presidente del partido a Manuel Espino, el hombre de Santiago Creel.

Cuando Medina Plascencia fue desplazado de la dirigencia del PAN, prefirió el retiro público, aunque operó desde las catacumbas del poder a favor de Calderón. Hoy podría ser llevado a uno de los más encumbrados cargos del nuevo gobierno, no sólo para operar el proyecto de gobierno de Calderón, sino para atemperar a su otrora adversario, Manuel Espino, que en la práctica se ha convertido en el más feroz enemigo político del presidente electo.

Pero no es todo. La reaparición de Medina como uno de los operadores privilegiados de Felipe Calderón lleva oculto un mensaje que se puede convertir en el deslinde definitivo de la administración de Calderón respecto al bicéfalo gobierno de Vicente Fox y Marta Sahagún. Se debe recordar que ese poder de dos cabezas le dio forma al llamado Grupo Guanajuato, que era la red de poder que vinculaba a la ultraderechista Organización Nacional de El Yunque con la administración de Fox. Carlos Medina se enfrentó a ese grupo y fue derrotado. Hoy regresa para, entre otras cosas, cobrar las facturas del caso, operar el programa de gobierno, y deslindar a Calderón de Fox. Como mago, el nuevo presidente sacó un conejo de la chistera.

aleman2@prodigy.net.mx


 
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