La CND, los agravios, los caminos
Adolfo Gilly
El grotesco fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es la mejor confirmación del embrollo electoral. En dicho fallo el tribunal da suficientes razones para anular la elección. Pero no lo hace. Además, se mete a opinar sobre decisiones políticas que no le incumben. Por ejemplo, discute si López Obrador fue o no fue a un debate televisivo. Le faltó decir si le pareció o no que en el otro debate llevara corbata amarilla.
Con ese fallo, el tribunal se incineró en la fría hoguera del ridículo y terminó de confirmar que hubo fraude. Tal vez los jueces lo hicieron a propósito, para dejar sentado que en conciencia no estaban de acuerdo con la farsa que por orden superior representaron.
Anular la elección era lo sensato. Pero ya desde la feria de bufones del desafuero, desbaratada por la movilización popular, estaba claro que los poderes reales no iban a dejar pasar a López Obrador, a como diera lugar. Y así lo hicieron.
2. El primero y más antiguo de esos poderes, establecido en México desde el siglo XVI, es la jerarquía de la Iglesia católica. Al día siguiente del grotesco fallo, la Conferencia del Episcopado Mexicano le dio su bendición en un solemne desplegado (El Universal, 6 septiembre 2006, p.9): "Los obispos de México nos sumamos a los ciudadanos e instituciones que respaldan la actuación y el fallo que ha dado el tribunal electoral, y por tanto reconocemos la legalidad del nuevo presidente electo (...) Exhortamos a toda la ciudadanía a colaborar responsablemente con el próximo gobierno".
Muchos de aquellos que en el año 2000 creyeron estar votando a Vicente Fox para acabar con el PRI, no sabían que estaban votando el regreso al poder de la Iglesia católica y su jerarquía por primera vez desde Benito Juárez y la Constitución de 1857. ¿Creyeron acaso que esa jerarquía estaba dispuesta a abandonar ese poder por el cual se batieron cristeros, sinarquistas y sucesores?
El gobierno usurpador de Carlos Salinas abrió ese camino al derogar el artículo 130 constitucional. No necesito repetir quiénes fueron sus más cercanos colaboradores en esa empresa, hoy reciclados por el PRD.
Esta es la dimensión de la lucha presente en este país que se llama México: que no nos distraigan hablando de cualquier cosa para eludir esta nueva confrontación histórica entre liberales y conservadores, estos que hoy se dicen neoliberales.
3. Felipe Calderón recibió también las bendiciones, al día siguiente de la elección, de Bush y Rodríguez Zapatero, mandatarios de países con grandes inversiones en México, y de Televisa, que así pagó el voto unánime de los diputados del PRD en favor de la vergonzosa ley Televisa. Lo mismo hicieron los organismos empresariales. La Bolsa Mexicana de Valores, la Iglesia, la Casa Blanca y Televisa dieron su voto de calidad a Felipe Calderón.
Pero el PRD y sus aliados, en lugar de llamar a esos poderes por su nombre, siguen hablando de los ricos y los pobres, como en los tiempos de Pedro Infante, cuando cualquiera sabe que la primera condición de una pelea verdadera es identificar con precisión al adversario.
4. El 8 de julio pasado propuse en estas páginas que, si como era previsible, el tribunal electoral sancionaba el fraude y negaba el conteo, los electos del PRD (senadores, diputados, asambleístas, jefe de Gobierno y jefes delegacionales de la ciudad de México) declararan en suspenso la aceptación de sus cargos y abrieran así una crisis constitucional en todos los poderes electivos.
Preguntaba ese día: "¿Estarán dispuestos los electos del PRD y sus aliados a ponerse a la cabeza de la protesta popular y, como prenda, poner sus constancias de mayoría sobre la mesa? Es lo que nunca quisieron hacer, salvo alguna aislada excepción, los electos del FDN en 1988. ¿Están dispuestos los electos del 2006, con el respaldo de la indignación y también la amargura popular, a jugársela en serio?"
No, no lo estuvieron. Es cierto, han hecho muchos gestos y hasta tomaron la tribuna del Congreso, en un acto teatral tantas veces visto en todos los parlamentos desde el siglo XIX; ya en los tiempos de las caricaturas de Honoré Daumier (cuyo sarcasmo buena falta nos haría hoy). Pero arriesgar el puesto de a deveras, no, Dios no lo permita.
Van ahora a encabezar la convención nacional democrática (CND) y a apoyar un gobierno en rebeldía, mientras ellos permanecen en sus cargos en el Congreso del otro gobierno, el institucional. Debe de ser, dirán, una argucia táctica para confundir al enemigo. ¿Me permiten no tenerles confianza?
5. Los cuatro gobernadores del PRD (Baja California Sur, Guerrero, Michoacán y Zacatecas), al mismo tiempo que saludan la realización de la convención nacional democrática, apoyan expresamente la decisión de los legisladores de la coalición Por el Bien de Todos de asumir sus cargos y "no renunciar a ninguno de los espacios institucionales". Por su parte, mientras el dirigente de la coalición, Andrés Manuel López Obrador, manda al diablo a esas instituciones, los gobernadores insisten en que "no sería prudente abandonarlas", incluida la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), lo cual no les impide apoyar a la CND y a su gobierno en rebeldía. ¿Dónde está la congruencia?
6. Los gobernadores del PRD participan de la reunión plenaria de la Conferencia Nacional de Gobernadores donde Felipe Calderón es recibido como presidente electo. Todos sabemos que en una crisis política del poder presidencial como la presente, siempre ha sido el poder real de los gobernadores el que llena el vacío. Por eso la importancia, hoy, de la Conago.
Pues bien, esa reunión aprobó un punto de acuerdo sobre Oaxaca. Ese acuerdo expresa el respaldo unánime al actual gobierno de Oaxaca, encabezado por Ulises Ruiz, y se pronuncia "contra todo propósito desestabilizador que por la vía directa pretenda lesionar el orden constitucional de un gobierno erigido en elecciones libres, directas, legales y democráticas" (La Jornada, 12 septiembre 2006, p.13). Este acuerdo fue firmado por los 32 gobernadores del PRI, el PAN y el PRD, incluidos el jefe de Gobierno del DF, Alejandro Encinas; el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz; el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez (el de los presos de Guadalajara); el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto (el de los presos de Atenco), y el góber de Puebla, Mario Marín (el amigo de Kamel Nacif).
¿De cuál rebeldía, de cuál resistencia, de cuál gobierno itinerante nos están hablando? Uno puede comprender la amargura, la indignación, la rabia de millones de ciudadanos que vieron escamoteada una elección nacional. Pero no puede aceptar este juego sobre todos los tableros de quienes encabezan y representan a la coalición Por el Bien de Todos.
7. Por esta falta de congruencia entre las declaraciones y los hechos; por la falta de claridad sobre los fines y los modos de alcanzarlos; por la inmensa confusión entre lo que sería una convención con delegados electos y representativos de discusiones y propuestas diversas, y lo que será una reunión multitudinaria de cientos de miles donde en una sola tarde se votarán a mano alzada y por aclamación las propuestas del dirigente y su entorno, no estoy de acuerdo con la convención nacional democrática. Sobre cuanto esto significa, me remito a los clásicos: Antonio Gramsci, Max Weber, Elías Canetti. Quien los haya hojeado sabrá de qué estoy hablando.
8. No es falta menor de los organizadores de la CND el poner en primera fila a algunos cientos de indígenas, mientras siguen ignorando a los presos de Atenco, a los presos y reprimidos de los pueblos de Chiapas, a los desplazados de Acteal y de otros poblados, a los acosados por los paramilitares, y en Chiapas mismo se alían con el Croquetas Albores, con Constantino Kanter y con Juan Sabines. No es falta menor dar su apoyo al gobernador Ulises Ruiz y descalificar en la misma resolución al poderoso movimiento indígena, ciudadano y popular de la APPO en Oaxaca. Es absurdo que todavía los voceros de la CND acusen a los zapatistas de no haberlos apoyado en la elección, cuando ellos abandonaron a su suerte al EZLN y al movimiento del Congreso Nacional Indígena. El PAN y el PRI en esta elección le hicieron al PRD y a la coalición lo mismo que éstos, aliados con el PAN y el PRI, le hicieron en el Congreso de la Unión al EZLN a propósito de los derechos y la autonomía indígena.
Una CND que ignore o cierre los ojos ante estos hechos sólo podrá aprobar declaraciones vacías.
9. Los dirigentes de la CND y los gobernadores del PRD dicen que "nuestro mayor agravio" es "la desigualdad y la pobreza en la que viven millones de mexicanos". Desigualdad y pobreza son términos tecnocráticos que esconden los nombres verdaderos de la realidad y preparan falsas escapatorias paternalistas. No: los nombres de los agravios mayores son explotación, despojo y racismo, todos ellos sostenidos por la represión y por los órganos corrompidos de una justicia inexistente.
Si algo han probado esta elección y sus diversas secuelas, es que esos agravios no pueden ser enfrentados confiando en los partidos institucionales o en un dirigente, itinerante o fijo, que se comunica en directo con el pueblo y ofrece defenderlo y protegerlo.
De los agravios y de la injusticia brotan las propuestas y las luchas, como en Oaxaca, y en esas luchas surge y se renueva la organización. Decenas de miles de cuantos asistan a la convención nacional democrática, agraviados por el fraude y la imposición, andan en busca de esas formas y modos de organización. Ojalá que la experiencia de su paso por la CND les sirva a ellos, y no a los otros, para seguirse encontrando y organizando y para enfrentar las duras jornadas que el gobierno de la derecha, la jerarquía eclesiástica, los financistas, los inversionistas extranjeros y sus políticos de todos los colores nos preparan.
Mientras tanto, otros buscamos y andamos nuestros propios y menos clamorosos recorridos. Ya nos encontraremos, espero, cuando toque.
Adolfo Gilly
El grotesco fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es la mejor confirmación del embrollo electoral. En dicho fallo el tribunal da suficientes razones para anular la elección. Pero no lo hace. Además, se mete a opinar sobre decisiones políticas que no le incumben. Por ejemplo, discute si López Obrador fue o no fue a un debate televisivo. Le faltó decir si le pareció o no que en el otro debate llevara corbata amarilla.
Con ese fallo, el tribunal se incineró en la fría hoguera del ridículo y terminó de confirmar que hubo fraude. Tal vez los jueces lo hicieron a propósito, para dejar sentado que en conciencia no estaban de acuerdo con la farsa que por orden superior representaron.
Anular la elección era lo sensato. Pero ya desde la feria de bufones del desafuero, desbaratada por la movilización popular, estaba claro que los poderes reales no iban a dejar pasar a López Obrador, a como diera lugar. Y así lo hicieron.
2. El primero y más antiguo de esos poderes, establecido en México desde el siglo XVI, es la jerarquía de la Iglesia católica. Al día siguiente del grotesco fallo, la Conferencia del Episcopado Mexicano le dio su bendición en un solemne desplegado (El Universal, 6 septiembre 2006, p.9): "Los obispos de México nos sumamos a los ciudadanos e instituciones que respaldan la actuación y el fallo que ha dado el tribunal electoral, y por tanto reconocemos la legalidad del nuevo presidente electo (...) Exhortamos a toda la ciudadanía a colaborar responsablemente con el próximo gobierno".
Muchos de aquellos que en el año 2000 creyeron estar votando a Vicente Fox para acabar con el PRI, no sabían que estaban votando el regreso al poder de la Iglesia católica y su jerarquía por primera vez desde Benito Juárez y la Constitución de 1857. ¿Creyeron acaso que esa jerarquía estaba dispuesta a abandonar ese poder por el cual se batieron cristeros, sinarquistas y sucesores?
El gobierno usurpador de Carlos Salinas abrió ese camino al derogar el artículo 130 constitucional. No necesito repetir quiénes fueron sus más cercanos colaboradores en esa empresa, hoy reciclados por el PRD.
Esta es la dimensión de la lucha presente en este país que se llama México: que no nos distraigan hablando de cualquier cosa para eludir esta nueva confrontación histórica entre liberales y conservadores, estos que hoy se dicen neoliberales.
3. Felipe Calderón recibió también las bendiciones, al día siguiente de la elección, de Bush y Rodríguez Zapatero, mandatarios de países con grandes inversiones en México, y de Televisa, que así pagó el voto unánime de los diputados del PRD en favor de la vergonzosa ley Televisa. Lo mismo hicieron los organismos empresariales. La Bolsa Mexicana de Valores, la Iglesia, la Casa Blanca y Televisa dieron su voto de calidad a Felipe Calderón.
Pero el PRD y sus aliados, en lugar de llamar a esos poderes por su nombre, siguen hablando de los ricos y los pobres, como en los tiempos de Pedro Infante, cuando cualquiera sabe que la primera condición de una pelea verdadera es identificar con precisión al adversario.
4. El 8 de julio pasado propuse en estas páginas que, si como era previsible, el tribunal electoral sancionaba el fraude y negaba el conteo, los electos del PRD (senadores, diputados, asambleístas, jefe de Gobierno y jefes delegacionales de la ciudad de México) declararan en suspenso la aceptación de sus cargos y abrieran así una crisis constitucional en todos los poderes electivos.
Preguntaba ese día: "¿Estarán dispuestos los electos del PRD y sus aliados a ponerse a la cabeza de la protesta popular y, como prenda, poner sus constancias de mayoría sobre la mesa? Es lo que nunca quisieron hacer, salvo alguna aislada excepción, los electos del FDN en 1988. ¿Están dispuestos los electos del 2006, con el respaldo de la indignación y también la amargura popular, a jugársela en serio?"
No, no lo estuvieron. Es cierto, han hecho muchos gestos y hasta tomaron la tribuna del Congreso, en un acto teatral tantas veces visto en todos los parlamentos desde el siglo XIX; ya en los tiempos de las caricaturas de Honoré Daumier (cuyo sarcasmo buena falta nos haría hoy). Pero arriesgar el puesto de a deveras, no, Dios no lo permita.
Van ahora a encabezar la convención nacional democrática (CND) y a apoyar un gobierno en rebeldía, mientras ellos permanecen en sus cargos en el Congreso del otro gobierno, el institucional. Debe de ser, dirán, una argucia táctica para confundir al enemigo. ¿Me permiten no tenerles confianza?
5. Los cuatro gobernadores del PRD (Baja California Sur, Guerrero, Michoacán y Zacatecas), al mismo tiempo que saludan la realización de la convención nacional democrática, apoyan expresamente la decisión de los legisladores de la coalición Por el Bien de Todos de asumir sus cargos y "no renunciar a ninguno de los espacios institucionales". Por su parte, mientras el dirigente de la coalición, Andrés Manuel López Obrador, manda al diablo a esas instituciones, los gobernadores insisten en que "no sería prudente abandonarlas", incluida la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), lo cual no les impide apoyar a la CND y a su gobierno en rebeldía. ¿Dónde está la congruencia?
6. Los gobernadores del PRD participan de la reunión plenaria de la Conferencia Nacional de Gobernadores donde Felipe Calderón es recibido como presidente electo. Todos sabemos que en una crisis política del poder presidencial como la presente, siempre ha sido el poder real de los gobernadores el que llena el vacío. Por eso la importancia, hoy, de la Conago.
Pues bien, esa reunión aprobó un punto de acuerdo sobre Oaxaca. Ese acuerdo expresa el respaldo unánime al actual gobierno de Oaxaca, encabezado por Ulises Ruiz, y se pronuncia "contra todo propósito desestabilizador que por la vía directa pretenda lesionar el orden constitucional de un gobierno erigido en elecciones libres, directas, legales y democráticas" (La Jornada, 12 septiembre 2006, p.13). Este acuerdo fue firmado por los 32 gobernadores del PRI, el PAN y el PRD, incluidos el jefe de Gobierno del DF, Alejandro Encinas; el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz; el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez (el de los presos de Guadalajara); el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto (el de los presos de Atenco), y el góber de Puebla, Mario Marín (el amigo de Kamel Nacif).
¿De cuál rebeldía, de cuál resistencia, de cuál gobierno itinerante nos están hablando? Uno puede comprender la amargura, la indignación, la rabia de millones de ciudadanos que vieron escamoteada una elección nacional. Pero no puede aceptar este juego sobre todos los tableros de quienes encabezan y representan a la coalición Por el Bien de Todos.
7. Por esta falta de congruencia entre las declaraciones y los hechos; por la falta de claridad sobre los fines y los modos de alcanzarlos; por la inmensa confusión entre lo que sería una convención con delegados electos y representativos de discusiones y propuestas diversas, y lo que será una reunión multitudinaria de cientos de miles donde en una sola tarde se votarán a mano alzada y por aclamación las propuestas del dirigente y su entorno, no estoy de acuerdo con la convención nacional democrática. Sobre cuanto esto significa, me remito a los clásicos: Antonio Gramsci, Max Weber, Elías Canetti. Quien los haya hojeado sabrá de qué estoy hablando.
8. No es falta menor de los organizadores de la CND el poner en primera fila a algunos cientos de indígenas, mientras siguen ignorando a los presos de Atenco, a los presos y reprimidos de los pueblos de Chiapas, a los desplazados de Acteal y de otros poblados, a los acosados por los paramilitares, y en Chiapas mismo se alían con el Croquetas Albores, con Constantino Kanter y con Juan Sabines. No es falta menor dar su apoyo al gobernador Ulises Ruiz y descalificar en la misma resolución al poderoso movimiento indígena, ciudadano y popular de la APPO en Oaxaca. Es absurdo que todavía los voceros de la CND acusen a los zapatistas de no haberlos apoyado en la elección, cuando ellos abandonaron a su suerte al EZLN y al movimiento del Congreso Nacional Indígena. El PAN y el PRI en esta elección le hicieron al PRD y a la coalición lo mismo que éstos, aliados con el PAN y el PRI, le hicieron en el Congreso de la Unión al EZLN a propósito de los derechos y la autonomía indígena.
Una CND que ignore o cierre los ojos ante estos hechos sólo podrá aprobar declaraciones vacías.
9. Los dirigentes de la CND y los gobernadores del PRD dicen que "nuestro mayor agravio" es "la desigualdad y la pobreza en la que viven millones de mexicanos". Desigualdad y pobreza son términos tecnocráticos que esconden los nombres verdaderos de la realidad y preparan falsas escapatorias paternalistas. No: los nombres de los agravios mayores son explotación, despojo y racismo, todos ellos sostenidos por la represión y por los órganos corrompidos de una justicia inexistente.
Si algo han probado esta elección y sus diversas secuelas, es que esos agravios no pueden ser enfrentados confiando en los partidos institucionales o en un dirigente, itinerante o fijo, que se comunica en directo con el pueblo y ofrece defenderlo y protegerlo.
De los agravios y de la injusticia brotan las propuestas y las luchas, como en Oaxaca, y en esas luchas surge y se renueva la organización. Decenas de miles de cuantos asistan a la convención nacional democrática, agraviados por el fraude y la imposición, andan en busca de esas formas y modos de organización. Ojalá que la experiencia de su paso por la CND les sirva a ellos, y no a los otros, para seguirse encontrando y organizando y para enfrentar las duras jornadas que el gobierno de la derecha, la jerarquía eclesiástica, los financistas, los inversionistas extranjeros y sus políticos de todos los colores nos preparan.
Mientras tanto, otros buscamos y andamos nuestros propios y menos clamorosos recorridos. Ya nos encontraremos, espero, cuando toque.
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