Cambiemos a México

miércoles, octubre 25, 2006

Juegos de poder

Por: Leo Zuckermann

El activismo de Fox sí tuvo consecuencias

Fox tenía un objetivo muy clar que AMLO no lo sucediera como Presidente. Hizo todo cuanto estuvo a su alcance para lograrlo. Trató primero de inhabilitarlo políticamente con un endeble caso jurídico. No funcionó y reculó. Luego hizo una campaña abierta en favor del candidato de su partido, Felipe Calderón, y en contra del perredista. Es imposible determinar si su actuación fue determinante para el triunfo del panista, pero lo innegable es que el Presidente optó por un activismo político durante la campaña.

Soy de los que defendieron el derecho del Presidente a hacerlo. Creo que no podemos pedirles a los políticos que no se comporten como políticos. Independientemente de su partido, todos quieren que ganen sus candidatos y pierdan sus adversarios. Un Presidente, en este sentido, tiene la opción de comportarse como el político que es y hacer campaña en favor de los candidatos de su partido, siempre y cuando no utilice recursos públicos para este propósito.
También tiene la alternativa de renunciar al activismo electoral y comportarse más como jefe de Estado, tal como lo hizo Ernesto Zedillo en 2000. Pero Fox escogió la ruta del activismo, sobre todo porque no quería que AMLO llegara a la Presidencia.

Ahora bien, cuando defendía mi punto de vista liberal de que los presidentes, al igual que cualquier otro gobernante, podían hacer campaña en favor de sus candidatos, también decía que esta decisión tendría consecuencias. Cualquier gobernante que se mete a una campaña tiene que tener en cuenta que enojará a la oposición. Si ésta gana, dirá que lo hizo a pesar de la intervención del Presidente. Si pierde, le achacará toda la culpa de la derrota al gobernante. Como sea, después de la elección, el Presidente verá disminuida su capacidad de gobernar. Estará condenado a un retiro anticipado.

Dicho y hecho. El sexenio de Fox terminó el 2 de julio con la victoria de Calderón. A partir de entonces, el Presidente no ha podido hacer nada y, peor aún, se ha dedicado a escabullirse. No pudo dar su sexto Informe de Gobierno. Tuvo que huir a Dolores Hidalgo a dar el Grito de Independencia. Se ausentó del país en una "urgentísima" gira para no estar presente en el Senado el día de la entrega de la presea Belisario Domínguez. Ayer, finamente, anunció que cancelará el tradicional desfile deportivo conmemorativo del inicio de la Revolución Mexicana. El mismo día en que tomará posesión AMLO como presidente legítimo, Fox hará un acto privado en Los Pinos.

En el Congreso comienzan a discutirse iniciativas para limitar la intervención de los gobernantes en los procesos electorales. Son innecesarias. Estoy convencido de que a los gobernantes hay que darles la libertad de escoger si hacen o no campañas, siempre y cuando no utilicen recursos públicos. Pero a los que decidan intervenir, como fue el caso de Fox, les tiene que quedar claro la responsabilidad que ello implica: tendrán grandes dificultades para gobernar después de la elección.

Ahí queda, pues, el efecto demostración de Fox para los futuros gobernantes. Un Presidente en franca y lamentable retirada. Por supuesto, a lo mejor para Fox es un precio bajo el que está pagando estos últimos meses de su mandato, con sus penosas huidas, a cambio de que AMLO no haya llegado a la Presidencia


 
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