Crisis de gobernabilidad se extiende en Oaxaca Inconformes afirman que sus exigencias no están vinculadas a las de APPO
Alejandro Suverza
El Universal
En el pequeño quiosco de este poblado la gente comienza a reunirse. Una mujer como de 60 años y con el rebozo sobre la cabeza, camina aprisa por la calle principal con un palo puntiagudo al que parecía haberle sacado punta. Los faroles del único tramo alumbrado, lanzan las sombras alargadas de por lo menos 50 personas armadas con machetes y palos. Ancianas y ancianos, hombres y mujeres, y adolescentes de ambos sexos, se preparan para el rondín nocturno. Al primer silbatazo, los sombreros y los rebozos comienzan a desfilar en la oscuridad de este pueblo que desde hace mes y medio tiene un "presidente municipal popular".
Pero el que hayan destituido por mano propia al edil oficial en turno, a su cabildo y policías, nada tiene que ver con el conflicto magisterial y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Los gobiernos populares que se han formado en los pueblos aledaños a la ciudad tienen otra historia y otro cauce.
Por ejemplo, a Sergio Atalo Enríquez, presidente municipal de este pueblo, lo destituyeron -cuentan las regidoras de Hacienda y de Educación, Mercedes Becerra y Petronila Juárez, y la suplente del presidente Aurora Aguilar- por no hacer obras, por construirse tres casas, por comprarse una camioneta para él y otra para su esposa, por utilizar a los policías del ayuntamiento como sus guaruras y vigilantes de su casa. Por tener a familiares empleados en el municipio. Y porque sólo atendía a sus amistades, mientras que al resto de la población la dejaba esperando casi todo el día y luego les pedía que regresaran después. "La gente ya estaba fastidiada de estar viviendo una situación de puras mentiras".
El hartazgo de que sus autoridades no sean funcionales los ha orillado a tomar las riendas de las poblaciones por mano propia. Dicen que se cansaron de los malos funcionarios. En un recorrido por Zaachila, Telixtlahuaca, Santa Lucía del Camino y Santa María Atzompa -pueblos aledaños a la ciudad y con gobiernos populares o cerca de convertirse- se pudo comprobar que se avizora un efecto dominó de ingobernabilidad. Los pobladores dicen abiertamente que sus exigencias tienen que ver más con el hecho de que se sintieron engañados, defraudados e incluso desfalcados de los recursos que debieron entrar a sus poblaciones, que con la APPO.
La mancha de la ingobernabilidad se extiende a las afueras y el conflicto de Oaxaca les sirve como respaldo. Es una especie de reacción en cadena imparable en la que ya no sólo será suficiente solucionar en la capital, sino a estos pueblos inconformes que mantienen una especie de pacto de respeto con el magisterio y no se meten en su postura de no impartir clases después de más de cuatro meses de conflicto.
Dicen los de Santa María Atzompa que por usos y costumbres tienen el derecho de poner a quien funcione mejor. Arnulfo Reyes Santiago, representante de una colonia, advierte: "Iremos hasta el final con las autoridades populares, junto con el pueblo, porque el pueblo está apoyando. Estamos bajo esa lógica y se tendrá que lograr el reconocimiento cueste lo que cueste, si tenemos que marchar a la ciudad de México, marcharemos".
La regidora de Educación, Petronila Juárez, guardaba su distancia cuando decía que se mantienen independientes de la APPO. "Ellos no fueron los que tomaron el palacio municipal, fuimos nosotros. No estamos con ellos. Tienen sus condiciones, hay que ir a hacer barricadas y a tomar camiones y nosotros no queremos eso".
Dice el presidente municipal popular de Atzompa, Joel Ruiz Juárez: "Vamos a luchar hasta que el Congreso nos reconozca porque la población ya nos reconoció".
La misma postura se mantiene en Zaachila, una población ubicada a media hora al sur de la ciudad de Oaxaca en la que apenas hace un par de días, después de hacer sonar la campana, la población estuvo a punto de linchar a dos elementos de seguridad pública del estado que fisgoneaban la zona. "Lo que no entendemos es por qué el gobierno federal dice que no hay ingobernabilidad en los pueblos de Oaxaca", decían dos hombres armados con palos que criticaban la gestión de José Coronel, el edil expulsado.
El presidente municipal popular de Zaachila, Miguel Vázquez Hernández, aseguró que el problema de la destitución se había planteado desde hacía un año porque el pueblo se dio cuenta del abuso de autoridad y los "malos manejos" de Coronel, a quien acusó de utilizar a los policías para amedrentar y golpear a los pobladores.
Y aunque afuera del ahora gobierno popular permanece una manta de inconformidad y en una esquina aparecen las siglas de la APPO, el edil popular asegura: "La decisión de sacarlo del palacio municipal se tomó el 7 de julio, mucho antes de que la asamblea popular se constituyera".
En Atzompa continúa el rondín similar al de los gendarmes de antaño que daban la hora y decían que todo estaba sereno. Por lo menos tres perros encabezan la marcha de vigilancia. Son pobladores amistosos, dicen que sólo quieren proteger al pueblo de los rufianes.
"Nosotros no estamos adheridos a la APPO porque no lo necesitamos. El 99% de los conciudadanos está con nosotros. Nos apoyan con café, con un detalle. Cuidamos todos los edificios públicos, las oficinas, las escuelas. Atzompa históricamente ha sido un pueblo tranquilo, pero la gente se cansó del presidente municipal", dice el esposo de la regidora popular de Hacienda.
En Santa Lucía del Camino -otro de los pueblos cercanos a la ciudad en el que hace unos días la población se enfrentó a las autoridades municipales para pretender una destitución- aún se respira la tensión. Más de 15 policías vestidos con pantalón de camuflaje resguardan el palacio.
De fondo se escucha el bullicio de los niños de preescolar y frente a la presidencia se mira una pinta que acusa de asesino a un tal doctor Robles. Es el regidor de Hacienda. "Ofrezco buena recompensa a quien informe quién escribió o mandó escribir", anuncia un escrito que señala con una flecha la acusación.
El secretario municipal del pueblo, Manlio González Herrera, dice: "Que sepamos, no hay absolutamente la intención de quitarlo. Lo que pasa es que hay grupos inquietos que han ido a tomar las presidencias municipales, pero aquí no pasa nada". Dos vecinos que no quisieron dar su nombre dicen que lo quitarán a como dé lugar.
En Telixtlahuaca, un poblado que está a una hora de la ciudad, como quien va para el Distrito Federal, rezaba la manta que el pueblo estaba en resistencia civil en apoyo a su presidente municipal. Aquí los papeles se invertían porque defendían a Ángel Ramos, su edil de extracción perredista.
Los pobladores contaron que el ayuntamiento no ha trabajado bien porque los regidores contrarios no quieren firmar ningún documento. Enfrente de la presidencia, en la escuela Belisario Domínguez, un grupo de maestros y padres de familia que la custodiaban salían para hacer declaraciones. El director de la primaria, Enrique Jaime García, contaba que el jueves pasado un grupo de más de 100 personas intentaron tomar la escuela y golpearon a algunos maestros. "Decían que éramos de la APPO, pero no es cierto. Más de 400 padres de familia están con nosotros. Lo único que quería hacer como responsable de una institución educativa era salvaguardarla y no podíamos permitirlo".
La caminata de los habitantes de Atzompa -un pueblo dedicado a la alfarería y que hasta hace 15 años aún llevaban a sus heridos y muertos cargando a la ciudad de Oaxaca- seguía. Los de Atzompa ahora trabajan a nivel comunitario. Son 21 mil habitantes. Se reparten las labores de limpia, vigilancia y mantenimiento, pero no reciben ni un solo recurso. Cuentan que la del 16 de agosto fue la última vez que vieron al presidente municipal destituido cuando quiso acusar a los que lo destituyeron de robar las armas de los policías municipales que después serían entregadas a Seguridad Pública del estado por los habitantes que las mantenían en custodia.
Decía el jefe de colonia Arnul Reyes Santiago: "Nuestra gente está puesta para accionar en determinado momento. Vamos a luchar para que el pueblo sea respetado. ¡Ya basta!".
Alejandro Suverza
El Universal
En el pequeño quiosco de este poblado la gente comienza a reunirse. Una mujer como de 60 años y con el rebozo sobre la cabeza, camina aprisa por la calle principal con un palo puntiagudo al que parecía haberle sacado punta. Los faroles del único tramo alumbrado, lanzan las sombras alargadas de por lo menos 50 personas armadas con machetes y palos. Ancianas y ancianos, hombres y mujeres, y adolescentes de ambos sexos, se preparan para el rondín nocturno. Al primer silbatazo, los sombreros y los rebozos comienzan a desfilar en la oscuridad de este pueblo que desde hace mes y medio tiene un "presidente municipal popular".
Pero el que hayan destituido por mano propia al edil oficial en turno, a su cabildo y policías, nada tiene que ver con el conflicto magisterial y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Los gobiernos populares que se han formado en los pueblos aledaños a la ciudad tienen otra historia y otro cauce.
Por ejemplo, a Sergio Atalo Enríquez, presidente municipal de este pueblo, lo destituyeron -cuentan las regidoras de Hacienda y de Educación, Mercedes Becerra y Petronila Juárez, y la suplente del presidente Aurora Aguilar- por no hacer obras, por construirse tres casas, por comprarse una camioneta para él y otra para su esposa, por utilizar a los policías del ayuntamiento como sus guaruras y vigilantes de su casa. Por tener a familiares empleados en el municipio. Y porque sólo atendía a sus amistades, mientras que al resto de la población la dejaba esperando casi todo el día y luego les pedía que regresaran después. "La gente ya estaba fastidiada de estar viviendo una situación de puras mentiras".
El hartazgo de que sus autoridades no sean funcionales los ha orillado a tomar las riendas de las poblaciones por mano propia. Dicen que se cansaron de los malos funcionarios. En un recorrido por Zaachila, Telixtlahuaca, Santa Lucía del Camino y Santa María Atzompa -pueblos aledaños a la ciudad y con gobiernos populares o cerca de convertirse- se pudo comprobar que se avizora un efecto dominó de ingobernabilidad. Los pobladores dicen abiertamente que sus exigencias tienen que ver más con el hecho de que se sintieron engañados, defraudados e incluso desfalcados de los recursos que debieron entrar a sus poblaciones, que con la APPO.
La mancha de la ingobernabilidad se extiende a las afueras y el conflicto de Oaxaca les sirve como respaldo. Es una especie de reacción en cadena imparable en la que ya no sólo será suficiente solucionar en la capital, sino a estos pueblos inconformes que mantienen una especie de pacto de respeto con el magisterio y no se meten en su postura de no impartir clases después de más de cuatro meses de conflicto.
Dicen los de Santa María Atzompa que por usos y costumbres tienen el derecho de poner a quien funcione mejor. Arnulfo Reyes Santiago, representante de una colonia, advierte: "Iremos hasta el final con las autoridades populares, junto con el pueblo, porque el pueblo está apoyando. Estamos bajo esa lógica y se tendrá que lograr el reconocimiento cueste lo que cueste, si tenemos que marchar a la ciudad de México, marcharemos".
La regidora de Educación, Petronila Juárez, guardaba su distancia cuando decía que se mantienen independientes de la APPO. "Ellos no fueron los que tomaron el palacio municipal, fuimos nosotros. No estamos con ellos. Tienen sus condiciones, hay que ir a hacer barricadas y a tomar camiones y nosotros no queremos eso".
Dice el presidente municipal popular de Atzompa, Joel Ruiz Juárez: "Vamos a luchar hasta que el Congreso nos reconozca porque la población ya nos reconoció".
La misma postura se mantiene en Zaachila, una población ubicada a media hora al sur de la ciudad de Oaxaca en la que apenas hace un par de días, después de hacer sonar la campana, la población estuvo a punto de linchar a dos elementos de seguridad pública del estado que fisgoneaban la zona. "Lo que no entendemos es por qué el gobierno federal dice que no hay ingobernabilidad en los pueblos de Oaxaca", decían dos hombres armados con palos que criticaban la gestión de José Coronel, el edil expulsado.
El presidente municipal popular de Zaachila, Miguel Vázquez Hernández, aseguró que el problema de la destitución se había planteado desde hacía un año porque el pueblo se dio cuenta del abuso de autoridad y los "malos manejos" de Coronel, a quien acusó de utilizar a los policías para amedrentar y golpear a los pobladores.
Y aunque afuera del ahora gobierno popular permanece una manta de inconformidad y en una esquina aparecen las siglas de la APPO, el edil popular asegura: "La decisión de sacarlo del palacio municipal se tomó el 7 de julio, mucho antes de que la asamblea popular se constituyera".
En Atzompa continúa el rondín similar al de los gendarmes de antaño que daban la hora y decían que todo estaba sereno. Por lo menos tres perros encabezan la marcha de vigilancia. Son pobladores amistosos, dicen que sólo quieren proteger al pueblo de los rufianes.
"Nosotros no estamos adheridos a la APPO porque no lo necesitamos. El 99% de los conciudadanos está con nosotros. Nos apoyan con café, con un detalle. Cuidamos todos los edificios públicos, las oficinas, las escuelas. Atzompa históricamente ha sido un pueblo tranquilo, pero la gente se cansó del presidente municipal", dice el esposo de la regidora popular de Hacienda.
En Santa Lucía del Camino -otro de los pueblos cercanos a la ciudad en el que hace unos días la población se enfrentó a las autoridades municipales para pretender una destitución- aún se respira la tensión. Más de 15 policías vestidos con pantalón de camuflaje resguardan el palacio.
De fondo se escucha el bullicio de los niños de preescolar y frente a la presidencia se mira una pinta que acusa de asesino a un tal doctor Robles. Es el regidor de Hacienda. "Ofrezco buena recompensa a quien informe quién escribió o mandó escribir", anuncia un escrito que señala con una flecha la acusación.
El secretario municipal del pueblo, Manlio González Herrera, dice: "Que sepamos, no hay absolutamente la intención de quitarlo. Lo que pasa es que hay grupos inquietos que han ido a tomar las presidencias municipales, pero aquí no pasa nada". Dos vecinos que no quisieron dar su nombre dicen que lo quitarán a como dé lugar.
En Telixtlahuaca, un poblado que está a una hora de la ciudad, como quien va para el Distrito Federal, rezaba la manta que el pueblo estaba en resistencia civil en apoyo a su presidente municipal. Aquí los papeles se invertían porque defendían a Ángel Ramos, su edil de extracción perredista.
Los pobladores contaron que el ayuntamiento no ha trabajado bien porque los regidores contrarios no quieren firmar ningún documento. Enfrente de la presidencia, en la escuela Belisario Domínguez, un grupo de maestros y padres de familia que la custodiaban salían para hacer declaraciones. El director de la primaria, Enrique Jaime García, contaba que el jueves pasado un grupo de más de 100 personas intentaron tomar la escuela y golpearon a algunos maestros. "Decían que éramos de la APPO, pero no es cierto. Más de 400 padres de familia están con nosotros. Lo único que quería hacer como responsable de una institución educativa era salvaguardarla y no podíamos permitirlo".
La caminata de los habitantes de Atzompa -un pueblo dedicado a la alfarería y que hasta hace 15 años aún llevaban a sus heridos y muertos cargando a la ciudad de Oaxaca- seguía. Los de Atzompa ahora trabajan a nivel comunitario. Son 21 mil habitantes. Se reparten las labores de limpia, vigilancia y mantenimiento, pero no reciben ni un solo recurso. Cuentan que la del 16 de agosto fue la última vez que vieron al presidente municipal destituido cuando quiso acusar a los que lo destituyeron de robar las armas de los policías municipales que después serían entregadas a Seguridad Pública del estado por los habitantes que las mantenían en custodia.
Decía el jefe de colonia Arnul Reyes Santiago: "Nuestra gente está puesta para accionar en determinado momento. Vamos a luchar para que el pueblo sea respetado. ¡Ya basta!".
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