AMLO, ¿su final?
Manuel Camacho Solís
23 de octubre de 2006
La derrota de Raúl Ojeda en Tabasco ha sido considerada por sus adversarios como el Waterloo de Andrés Manuel López Obrador. Quieren creer que "ya estuvo". En su prisa, se olvidaron de hacer el análisis: en la derrota pesaron más los factores locales que los nacionales.
Los factores locales fueron decisivos. El PRI tuvo un mejor candidato a gobernador. El PRD entró dividido a la contienda. La división fue particularmente costosa en varios municipios y en el plano estatal. La separación de Humberto Mayans le quitó muchos votos a Ojeda y se los dio a Granier.
Los presidentes municipales del PRD sufrieron un desgaste, en algunos casos por insuficiencia de apoyos estatales y en otros por mal desempeño. La diputación perredista estuvo parcialmente cooptada. La acción conjunta del PRI y el PAN ayudó al resultado, tanto por el papel del PAN en la guerra sucia como por el traslado directo de votos. El gobernador se volcó a favor del PRI, hasta el extremo de la represión. No se hicieron los compromisos con los principales grupos económicos locales que habrían disminuido su temor. La estrategia mediática del miedo y la intervención gubernamental que ocurrieron en la campaña presidencial, se repitieron con éxito en Tabasco.
Raúl Ojeda no era el mejor candidato y, en su honor, hay que reconocer que él así lo hizo saber en su momento. Andrés Granier fue un buen candidato que, con su llamado a la unidad, se posicionó desde el principio. Él construyó su prestigio a través del manejo socialmente sensible de los recursos públicos, desde la época cuando fue funcionario de la comisión de aguas en el gobierno de Enrique González Pedrero. Ganó la candidatura a presidente municipal de la capital por mérito propio y se le reconoce que hizo un buen gobierno. En lo que toca a la estrategia de campaña, debe aceptarse que no se aprendió la lección federal: se subestimó la importancia que tuvo el manejo de los medios. No se hizo el debido trabajo de comunicación política (manejo de encuestas, estrategia, defensa frente a la generación de temor). Se confió en exceso en el mitin, cuando el PRI descansó en el reparto de dinero abajo y en la estrategia negra en los medios, cuya eficacia fue demostrada en la elección federal. El mitin no dio el apoyo suficiente para contrarrestar las operaciones de Estado y las estrategias de polarización que, de manera orquestada, manejaron los medios de comunicación para desacreditar al candidato entre los independientes e inhibir la participación de los simpatizantes.
Los factores locales son suficientes para explicar la derrota de Ojeda en Tabasco. Ello no quiere decir que el clima político nacional no hubiera tenido también una repercusión. Pero el impacto de lo nacional no es por las causas que se arguyen. No fue por el efecto del plantón de Reforma, sino por un mero cálculo pragmático que poco tiene que ver con la irritación de los adversarios de AMLO en el DF. A los tabasqueños les importan los presupuestos federales. Las participaciones y la presencia de Pemex son determinantes para el bienestar del estado. Un porcentaje grande de la población depende del gobierno. Por esta razón, si el factor AMLO tuvo influencia negativa, fue porque a muchos les interesaba estar en buenos términos con el gobierno federal.
Quienes hoy dan por liquidado a AMLO, saben poco de él, de Tabasco y de la política nacional. Son los representantes (exaltados) de un viejo orden político excluyente que, de ser escuchados, llevarán al país a arenas cada vez más movedizas. Su obsesión contra AMLO es contraproducente. En este momento, la única política inteligente para la estabilidad parte del reconocimiento y el respeto a la representación de cada fuerza y a sus liderazgos. Las elecciones se ganan hoy con buenos candidatos y estrategias profesionales de comunicación. La gobernación se construye teniendo bien puesta la cabeza y dándole a cada quien su espacio. En este caso, dejando atrás el acoso a AMLO, del cual la lectura excedida de la elección de Tabasco no es más que un nuevo episodio.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista
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