Cambiemos a México

martes, agosto 29, 2006

MC TRIFE

Astillero
Julio Hernández López

  • Cajita electoral feliz
  • Hildebrando judicial
  • Por una nimiedad
  • Coartada jurídica

Los especialistas en gatopardismo electoral (magistrados lampedusos) arriesgadamente van perfeccionando sus numeritos circenses de mal suspenso: en veloz paquete (la cajita feliz de Mc Trife) aprobaron ayer malabarismos aritméticos y jurídicos para que electoralmente todo siguiera igual. Irregularidades por aquí y por allá, votos de más y de menos, boletas sobrantes y faltantes, listas nominales ausentes y paquetes electorales violados y manipulados, pero... ¡todo siguió igual! Incluso, en una electrizante demostración de virtuosismo extremo, los magistrados del Trife (trifásicos, de allí lo eléctrico de su comportamiento) desarrollaron una variante de la suerte charra del paso de la muerte al anular (¡oh, cuánta emoción!) 237 mil 736 votos (¡oh, doña Juanita la de la tienda no supo contar tan bien como los comerciales del IFE presumían!), es decir, casi los 243 mil 934 sufragios que originalmente eran la diferencia oficial entre Calderón y López Obrador, pero (¡oh a punto del infarto!) esos 237 mil 736 votos anulados fueron adecuadamente repartidos en pérdidas entre los participantes para que, a fin de cuentas, el gatopardismo por todos sabido sentenciara solemnemente que, aunque algunas cifras habían cambiado, en realidad... nada había cambiado.

Todo ha sido, en realidad, una trajeada versión remix de los éxitos cibernéticos del rey mexicano de la payola electoral, Míster Hildebrando. Los libretos de desasosiego colectivo que los genios de las computadoras impusieron a los mexicanos, en noches y madrugadas de inexplicables resultados preliminares y de cómputos distritales, ahora fueron reproducidos en términos de presunta jurispericia: los magistrados trifásicos (dícese de un sistema de tres corrientes eléctricas alternas iguales, procedentes del mismo generador) ni siquiera sabían exactamente cuáles votos habían anulado, aún horas después de que habían aprobado su dictamen Mc Trife, no por unanimidad sino por una nimiedad (el serio y respetado columnista de asuntos económicos de El Universal, Alberto Barranco, publicó datos de esa nimiedad el pasado 2 de agosto en su Empresa: "...corre, insistente, la versión de que algunos magnates se estarían cooperando para integrar una vaquita, cuyo monto se entregaría, a título de donativo secreto, a los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Los recursos garantizarían un retiro placentero. La intención, naturalmente, es reconocer como definitiva la ventaja de Felipe Calderón Hinojosa en los conteos del IFE, rechazando la posibilidad del conteo voto por voto, casilla por casilla").

El episodio contable-jurídico de ayer forma parte del gran libreto del fraude electoral y, como en las anteriores entregas, su aplicada ejecución fue precedida de campañas mediáticas que fueron fijando el discurso presuntamente justificador de los desenlaces programados. En esta ocasión, el casete insertado en las máquinas reproductoras de alquiler desplegó el menú que instruía instalar como coartada mil veces repetible el que la coalición Por el Bien de Todos tenía fallas jurídicas tan graves que hacían imposible la satisfacción de exigencias coreadas en mítines, pero no presentadas en correctos términos procesales. El argumento es de una precariedad jurídica lamentable, pero de una gran utilidad para quienes juegan política e intelectualmente entre dos aguas: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene facultades plenas para mantener el orden constitucional cuando éste es afectado por violaciones como las que fueron parcialmente denunciadas por una coalición de partidos y como las que sin duda surgieron (casi 240 mil irregularidades encontradas en un muestreo de 9 por ciento del total de los paquetes electorales) en el recuento ordenado por ese mismo órgano judicial electoral. Contra el espíritu letrista, pichicato, acomodaticio, que el citado Trife utilizó para cumplir con las instrucciones dictadas por los verdaderos poderes del país, debió prevalecer el criterio propio de un tribunal constitucional que, para decirlo en términos llanos, podría actuar casi sin límites para indagar presuntas violaciones al orden constitucional como serían las evidencias de fraude electoral. En cambio, el tribunal electoral del poder de la consigna prefirió comportarse como policía de esquina que sólo actúa en función de lo que en esos momentos sucede.

Aunque falta que el Trife declare validez o invalidez de los comicios presidenciales, el golpe electoral de ayer no por previsible fue menos doloroso. Quienes guardaban esperanza de que pudiera haber justicia electoral vivieron un día amargo. Pero la reacción de Andrés Manuel López Obrador no fue de conformismo o abatimiento. Por el contrario, en la reunión nocturna del Zócalo propuso, sin ambages, el desconocimiento del cómputo oficial trifásico y del presunto triunfador aritmético (IFE más Trife igual a Felife) y, con un discurso endurecido, planteó la posibilidad de que el Día de la Revolución tome protesta quien sería declarado el Día de la Independencia presidente de un gobierno alterno o jefe de una resistencia civil.


Emitida ya la primera definición judicial trifásica, los gobiernos virtuales (Fox y Calderón) creen llegado el momento de usar el presupuesto público para generar una falsa ola ciudadana de exigencias de que "ahora sí" se aplique "la ley" sin reparos. Vicente Nixon Plus y Felipiano Huerta y no Josa (josa: finca sin cerca, plantada de vides y árboles frutales, diferente de las huertas que sí se benefician de los cercos) preparan represiones: el primero habla de defender a la patria de quienes quieren estar por encima de las leyes (podría fundar las milicias Bribiesca) y el segundo habla ampulosamente de mano firme. En Bucareli, ahora que ya conviene usar mediáticamente el asunto, como una más de las muchas cortinas de humo que serán desplegadas en los días venideros, el secretario de El Yunque hace el milagro de atender la crisis oaxaqueña con una reunión cumbre en su despacho capitalino. Mientras tanto, los machetes de San Salvador Atenco entran a la Suprema Corte y llegan en pequeña e insólita muestra de protesta hasta los despachos fríos, formales, solemnes, institucionales de los ministros encargados de suministrar justicia a un pueblo cada vez más agraviado. ¡Hasta mañana!


 
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